30 de septiembre de 2012

LA WASHIBOX DE ANA


El día 4 de Octubre es el cumpleaños de mi ahijada Ana.
No sabía que regalarle, ¿ropa? ¿juguetes? ¿dinero?...¡pero si tienen de todo!
Entonces, se me ocurrió. ¿Y si en lugar de una Candybox (*) le hago una Washibox?
Creo que el regalo le gustará y podrá hacer muchas cosas bonitas en esas tardes de invierno que se pone a llover…
Bueno, el regalo es muy fácil, lo podéis hacer vosotros también para los niños ( y para los no tan niños):

v He forrado una caja de zapatos pequeña (unas deportivas de Pablo) y he puesto los remates con washi. En el reverso de la tapadera he puesto una foto de los primos, para que se acuerde Ana de ellos.




v Compramos celos de colores por internet en holamama ¡no sabía por cual decidirme!


v También le hemos comprado unas tijeras de cocodrilo y otras de mariquita ¡mirad qué bonitos quedan los bordes!



v Un taladro de estrellas (ideal para perforar los sobres de navidad).

v Y le hice un libro con fotos y ejemplos de lo que se puede hacer con el washi. En la penúltima página he incluido direcciones de internet que a mí me gustan. Todo va atado con cinta de tul rosa (el libro y los rollos de celo japonés). Y claro, decorado con washi.





v Un cartelito con una pegatina de mariposa, que puse despues sobre la tapadera cerrada.

v Y lo más importante, una tarjeta de felicitación de su prima Jimena.







Animaros a hacer los regalos y a regalar cosas que no vendan en las tiendas, son más bonitas, más originales y los niños aprenden

el verdadero valor de un regalo es la cantidad de tiempo, AMOR y dedicación que lleva para su fabricación.



Espero que vuestros comentarios.
¡Nos leemos!
(*) A ver si os enseño la que les hice a mis amigos Cris y a Manu por su boda.
















27 de septiembre de 2012

Un CD para mis amigas

He grabado la actuación de fin de curso de las niñas para dársela a Clara y María (las sobrinas de mi amiga Ana).
Con un papel de molinillos y unos detalles...he preparado un sobre para la entrega.



¡Mañana sabremos si les ha gustado!

Cupcakes

Esta tarde hemos hecho unos cupcakes de buttercream de nocilla.
Jimena me ha explicado la receta que aprendio en el taller y han quedado ¡así de bonitos!






Espero que te gusten.

23 de septiembre de 2012

Botella para el agua

He descubierto este "maravilloso" celo en un taller que hizo Jimena este mes.
Así que esta mañana, como no había cole, hemos decorado una botella de plástico con washi tape.

Este lo compre en holamama y me lo enviaron en dos días.
¡Mirad que chula ha quedado!




 
Venga, amimaos y me mandais vuestras ideas.
 

5 de septiembre de 2012

EL DÍA QUE PERDIMOS A MANTECOSO (O ESO CREIAMOS).

Empezaba a anochecer. Habíamos recogido todo de la mesa de piedra y nos dirigíamos al coche los cinco (o eso creíamos), después de pasar un bonito día en el Bardal, compartido con Prado, José y Clara, Juanma y Laura, Nino y Meñe, los titos José y Ana, Elena y Tía Araceli.
Fue un día precioso, como cada año LA FIESTA DEL ROBLE.
Cuando llegamos al coche, bolsas, carrito, niños, cinturón, mantas, botijo… ¿estamos todos? ¡Estamos!, o eso creíamos. ¡Nos vamos!, que ya se sabe que en Navasfrías, a partir de las ocho y media empieza a refrescar.
Todo transcurrió como cada día, baños, cenas, juegos… y llego la hora de acostar a los peques. Pablo cayo instantáneamente, a pesar de haber dormido una siesta en los brazos de la abuela Meñe esa misma tarde. Jimena tardo algo más en recogerse. Serían pasadas las once cuando subimos a su cuarto. De entre las sabanas, salió una vocecita que decía:

-Mami, mami, Mantecoso.
- Ya voy hija mía ¿Dónde lo has puesto?
- No se mami, por ahí. ¡Búscalo en todos los sitios!

Al cabo de un rato, aceptamos la realidad, o eso creíamos ¡Mantecoso no estaba en casa!. ¿Y en el coche? Demasiado tarde para ir a revisar el maletero. El coche dormía hacia un rato en el garaje de tío Chele en las eras…

-Sofía, a mi no me suena haberlo visto en el coche –dijo Mundo, mientras seguíamos buscando.
-A ver Jimena, haz memoria ¿te acuerdas de cuando ha sido la última vez que lo viste?
-Uhhh, si, estaba jugando en la mesa de tierra a hacerle comida con barro y se la daba a mantecas con un palito.
-¿y dónde estaba esa mesa hija mía?- Le pregunte tratando de parecer nerviosa.
-Cerca de la fuente, pero luego deje allí a Mantecoso… ¡y se me olvido!, dijo Jimena, con lagrimas en los ojos, comprendiendo entonces que Mantecoso se había perdido.
-Mami ¡sin Mantecoso no puedo dormir! ¡Si se ha perdido para siempre, voy a llorar para siempre!
-Tranquila bombón –dije sospechando que estaría en el maletero. Mañana a primera hora, papi sube al coche y lo recupera, duérmete mi niña.

El agotamiento venció al desconsuelo y Jimena se durmió entre sollozos. Pero, Edmundo y yo nos fuimos al Bardal, linterna de exploradores en mano, a buscar al pobre Mantecas. Nada, ni rastro.

-Buenos días Jime, ¿Cómo has dormido mi vida?
-Mal mamá, ¿ha subido papi a por Mantecoso?.... y ahí empezó de la nueva búsqueda del osito de cuadros.

Mientras los niños se tomaron el desayuno y mamá terminaba de vestirlos, papá Mundo salió a buscar el coche. Al rato, entro en casa  con semblante serio. Malas noticias, Mantecoso no estaba allí.
En ese momento un sudor frio recorrió mi cabeza. Ahora sí que ya no lo encontrábamos. Imposible. O eso creí. Mientras yo trataba de consolar a Jimena, Edmundo se fue otra vez al Bardal, a ver si con sol radiante había más suerte.
Para entonces, Candelas, ya había llegado y mientras se ocupaba de las cosas de la casa, nos ponía al día de los mercadillos, encierros, y otros acontecimientos veraniegos.

-¿Y qué le pasa a la Jimena, que no para de llorar? dijo con su acento inconfundible.
-Pues mira Candelas, ayer perdió su osito en el Bardal y no sabemos cómo encontrarlo.

Entonces Candelas, que nos resuelve tantas cosas durante el verano, comenzó la resolución de “El Caso del osito desaparecido”. Según nos contó, el Juanito, su marido, había estado en el Bardal, desde las siete de la mañana, con una cuadrilla del ayuntamiento recogiendo la basura. ¿Y si él lo había visto? Candelas los llamo por teléfono y le pregunto y ¡oh sorpresa!: ¡lo había visto!
-El oso esta “colgao” de un alambre en el “prao” de los chopos.- dijo al colgar.
Sin saber ni que alambre ni que chopos ni que “prao”, los cuatro nos fuimos en busca Mantecas, confiando en poder abrazarlo de aquella misma mañana.
Menuda aventura para Jimena, totalmente inconsciente de lo que estaba ocurriendo, ¡se lo estaba pasando pipa!, subiendo y bajando, buscando su tesoro, pero…ni en el camino de las piscinas, ni en el otro, ni dentro del “prao” de la charca (que me recorrí andando), ni fuera. Hasta los abuelos bajaron en su coche a ver si veían al osito. Preguntamos en el Bardal, en el bar de Salva, a la Mariló que venía de paseo… y si, y todo el mundo lo había visto…. pero allí ya no estaba.
¡¡Horror!!, ¿Quién quiere un oso remendado, sucio y viejo? Está claro, un abuelillo del pueblo, para dárselo al nieto, como si hubiera encontrado un tesoro. Pues si el tesoro de Jimena, su tesoro.
Los caminos se estrechaban y la resolución del caso no parecía estar cerca. O eso creíamos.
Entre tanto, Candelas hizo memoria de las personas que pasean por ese camino a primera hora y cuando regresamos de la infructuosa búsqueda, se fue con Jimena a preguntar a las casas de aquellas personas. Nada.
¿Y si echamos bando? ¿Y si hacemos carteles? Dicho y hecho.
Al ayuntamiento a echar bando y a casa a dibujar (¡como se echan en falta las impresoras, las fotos y el ordenador en esos momentos!).
Como Dios me regaló un talento para las manualidades, allí me veis, dirigida por Jimena (muy bien mamá, lo estás haciendo muy bien), haciendo carteles para localizar al bicho. Solo teníamos dos cartulinas, así que hicimos solo hicimos dos.



Uno lo pusimos en la plaza, donde juegan los niños, por si un padre con cordura reconocía la “foto” y quería devolverlo. Otro en la puerta del súper. El “ladrón de osos” tarde o temprano tendría que ir a comprar y vería el cartel de socorro, la conciencia le remordería y lo entregaría en el ayuntamiento sin pedir rescate, o eso creíamos. No podíamos hacer nada más, solamente ESPERAR.
Nos fuimos a casa del abuelo Emilio, intentando asimilar, y sobre todo que Jimena lo comprendiera, que Mantecas, no volvería con nosotros.
Salimos de casa del abuelo, ya a la hora de comer y vimos a Segunda. En un intento desesperado por tener algún otro dato que me llevara a Mantecoso, le pregunte:

-Segunda: ¿no habrás visto un oso de peluche?
Y os podéis imaginar mi cara cuando me contestó:
-¿es un oso de cuadros azules? Lo tengo en la lavadora.

¿Os acordáis de la alegría de aprobar un examen que estáis casi seguros que no aprobareis y en las listas te encuentras un 5.0 que te sienta como un 9.0? Pues nada comparado a la alegría que sentí al oír sus palabras. ¡Qué abrazo le dí!
-Jimenita, Jimenita ¡lo ha encontrado Segunda!
¡Como lo cogió la niña!, ¡como lo apretó! Tenía tanta mierda encima que aquel abrazo fue como el recuerdo de la triple vírica para ella. Si no se puso mala entonces, no creo que se ponga ya en todo el verano. Lo que más pena me dio fue la frase de Jimena: -Pobre Mantecoso, ha pasado la noche solito.
Se me parte el corazón de pensar que ella se preocupaba por de su oso, no por ella.
Para celebrarlo, nos fuimos a comer a la hostería con el abuelo y la tía Ana Mari. Durante la comida, Jimena tuvo una muy buena idea. Para que todos los niños supieran que Mantecoso había aparecido dibujo un nuevo cartel, esta vez ella sola, y le dijo a Mundo:
-Papi, escribe lo que te voy a dictar: Ha aparecido Mantecoso de repente. Estamos muy contentos.



Y así fue como encontramos a Mantecoso. ¡Creedlo, que es verdad!
Final muy feliz.



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